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| Vagón de tercera. Daumier | 
De repente silbó la máquina, apareció el            humo, luego el tren. En un furgón cerrado, en unas estrechas ventanas            altas o respiraderos, vislumbraron los hermanos gemelos cabezas de            vacas que, pasmadas, miraban por aquellos tragaluces.   -¡Adiós, Cordera! -gritó Rosa,            adivinando allí a su amiga, a la vaca abuela. -¡Adiós, Cordera! -vociferó Pinín con            la misma fe, enseñando los puños al tren, que volaba camino de            Castilla. Y, llorando, repetía el rapaz, más enterado            que su hermana de las picardías del mundo: -La llevan al Matadero... Carne de vaca, para            comer los señores, los curas... los indianos. -¡Adiós, Cordera! -¡Adiós, Cordera!  Adiós cordera.  Azorín   | 

